La violencia, vista como un medio idóneo para la obtención de fines políticos, ha sido una constante en la historia colombiana. En el caso colombiano la violencia ha pasado a ser un componente activo de la sociedad, llegando a ser parte de las manifestaciones culturales implícitas en las relaciones sociales. Es decir, la violencia se ha convertido en una variable permanente dentro de las interacciones sociales, las instituciones y las estructuras socio-económicas de este país. Produciendo continuos efectos relacionales, ya que se utiliza para modificar o mantener los comportamientos de aquellos sujetos sobre los cuales se ejerce, convirtiéndose de esta manera en una forma más de comunicación.
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